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miércoles, 27 de marzo de 2019

Un monstruo acecha


Sintió un contacto pegajoso en el cuello y se sobresaltó. Abrió la boca y ahogó el grito que ya escapaba. Instantes después, algo serpenteaba por su espalda. Sus músculos maxilares y su garganta triunfaron en el intento de proseguir silenciando el grito, no sin hacer acopio de fuerzas, en una contención sin precedente. Se hallaba en una cena muy formal con su muy recatada familia política, y se obligaba a mantener un protocolo. 

El sudor le perlaba la frente y movía nervioso los pies, con la esperanza de hallar de inmediato el momento de salir a la calle y desprenderse de aquella masa informe, de ese enemigo o fenómeno enigmático y tal vez mortal. Sin embargo, respiró hondo y con disimulo echó la cabeza hacia atrás.

Pasados unos segundos que parecían horas, sus orejas volvieron a sentir por detrás la textura pegajosa y templada. 

Cuando su cuerpo se giraba ya dejándose caer en un incipiente desmayo, sintió a través de sus ojos y sus oídos la relajación de todas sus neuronas. Fue al ver los deditos de su hijo pequeño, untados de mermelada, y escuchar su inconfundible risita.

domingo, 24 de marzo de 2019

Causa de la muerte

Cuando se le practicó la autopsia, los forenses notificaron que la causa de la muerte había sido su desconfianza crónica.

La torpeza de no fiarse de nada había generado la sequedad de las arterias y por ende, de su vida. Se le había endurecido de tal modo el corazón que hacía tiempo no bombeaba sangre. 
En el último aliento, llegó la lucidez a su mente. No había más tiempo...

Alguien comentó cuando lo velaban que hay gente a la que nada les infunde la certeza, ni siquiera la sospecha, de que existe el amor. El difunto entonces abrió los ojos y los volvió a cerrar.

Volver a nacer

Tantas verdades a medias y dudas devinieron en tensiones no resueltas que le llevó al delirio. Sus inclinaciones se quejaron pidiendo la car...