Tantas verdades a medias y dudas devinieron en tensiones no resueltas que le llevó al delirio. Sus inclinaciones se quejaron pidiendo la cara o la cruz, hartas de medias tintas. Lloró y sus demonios huyeron.
Su cuerpo comenzaba a anunciar la conclusión a la que su alma había llegado: volvía a nacer.
Las letras que escribimos nunca se sabe hasta donde van a llegar. MI PEQUEÑO BLOG DE ESCRITORA.
jueves, 23 de mayo de 2019
sábado, 18 de mayo de 2019
Descubrimiento
El más sagaz de los científicos lo capturó y le arrancó las plumas. Causaba verdadero asco el ave zancuda desnuda y viva.
Lo sorprendente se produjo cuando, tras haber experimentado hasta el límite con el pájaro corpulento, lo sirvió de postre, caramelizado, para satisfacción de todos los paladares de los asistentes al Congreso de Biología. No había logrado evolucionar en la vacuna buscada pero sí en Gastronomía.
Tras degustarlo, todos los comensales se echaron a volar. Se produjo entonces la verdadera revolución evolutiva de la especie humana.
Análisis de expertos en ciencias experimentales y en ciencias humanas conjuntamente comprobaron que el corazón del hombre había crecido y se había fortalecido hasta medidas insospechadas, hasta aniquilar el propio mal del mundo.
Lo sorprendente se produjo cuando, tras haber experimentado hasta el límite con el pájaro corpulento, lo sirvió de postre, caramelizado, para satisfacción de todos los paladares de los asistentes al Congreso de Biología. No había logrado evolucionar en la vacuna buscada pero sí en Gastronomía.
Tras degustarlo, todos los comensales se echaron a volar. Se produjo entonces la verdadera revolución evolutiva de la especie humana.
Análisis de expertos en ciencias experimentales y en ciencias humanas conjuntamente comprobaron que el corazón del hombre había crecido y se había fortalecido hasta medidas insospechadas, hasta aniquilar el propio mal del mundo.
domingo, 12 de mayo de 2019
La velada
La velada se presentaba interminable, y poco a poco, menos soportable y cada vez con más peso hasta parecer de plomo; y no era por trabajo ni estudio, por nada atrasado y urgente, ni por una larga espera, no era sino por el locuaz recién llegado. Y es que no cesaba de hablar el visitante.
Cada uno de los familiares fingía escucharlo con sumo agrado. Fingían por cortesía, después de tanto tiempo sin verse, y qué modo de fingir, hasta los ojos se mantenían abiertos pese a que se cerraban por el tedio y la boca por lo mismo se abría y se tapaba con la mano y con una media sonrisa se disimulaba.
Pero de repente, como cuando se oye un trueno en medio de un día de sol, inesperadamente, sorprendentemente, la abuela, con su mano fría, dio un golpe seco y penetrante en la mesa. Y el silencio se hizo. Ningún criterio, ni de humanidad, ni de manual de las buena maneras del anfitrión, pudo evitar ya la desbandada de todos los presentes hacia sus cuartos respectivos. Acostados todos, en sus camas, solo se oía la lluvia tras los cristales, y el visitante, que seguía hablando solo, y seguía y seguía, como el tic tac doble de un reloj descontrolado, como una retahíla eterna que no acaba. El primo lejano, con su voz lejana, lejana…, pero constante, pero insaciable, no cesó de emitir sonidos en toda la noche supongo, porque yo me dediqué a una larga sesión de yoga, y en posición de loto, me dormí. Al despertar, escuché esa voz aguda y machacona, ¡seguía, seguía! Me dirigí al cuarto de la abuela y le planteé pedir cita al psiquiatra para el primo. Despues, regresé, y le cuestioné que tal vez lo que necesitaba es que alguien le hiciese caso, lo tomase en cuenta. Así que le preparamos una habitación por tiempo indefinido. |
viernes, 26 de abril de 2019
El legado de Satán
Contra la balaustrada de su casa hay un gato muerto. Un gato decapitado. El cuerpo cuelga en el exterior y no cesa de gotear sangre y la cabeza cercenada, que ha quedado dentro de la terraza, espanta con unos ojos blancos, vueltos.
No lo arroja al vertedero. Ese esperpento representa un cuadro de candidez frente a su saña, con la que se ha revestido siempre para dañar a cuanto ser indefenso se le ha cruzado en la vida.
Con la pericia del buen fotógrafo cada mañana tras desayunar se hace un selfie diferente con los restos macabros y con astucia les escribe un pie de foto muy elaborado, pletórico de un recuerdo. Va coleccionando todas las fotografías. Ha planificado editar a largo plazo un libro ilustrado, su autobiografía.
No lo arroja al vertedero. Ese esperpento representa un cuadro de candidez frente a su saña, con la que se ha revestido siempre para dañar a cuanto ser indefenso se le ha cruzado en la vida.
Con la pericia del buen fotógrafo cada mañana tras desayunar se hace un selfie diferente con los restos macabros y con astucia les escribe un pie de foto muy elaborado, pletórico de un recuerdo. Va coleccionando todas las fotografías. Ha planificado editar a largo plazo un libro ilustrado, su autobiografía.
miércoles, 24 de abril de 2019
Mi droga
Esto es un tipo de droga, dura o blanda no sé, la verdad es que no entiendo de sustancias, pero es una adicción que no puedo parar. Agoto el tiempo y hasta lo rebarro, como el comensal de malos modales que apura el plato con una sopa de pan o que introduce hasta lo patético la cucharilla en el interior del vasito de plástico del yogur. Cuántas noches ya cerrándoseme un poco los ojos van pero la mente insistiendo y obligando a no apartarse de las letras, que son para mí como cebos para los pececillos.
domingo, 21 de abril de 2019
El Amor
No está quieto.
Se camufla, se esconde, se revuelve, se sale, se difumina, se transforma, se hace opaco, se arropa, se gira, y se niega a sí mismo. Vibra al día siguiente. Se disfraza, se envuelve, mira de reojo, se enceniza, se apaga, se oscurece, se dobla de dolor por la mitad, se asfixia, se aparta. Grita que no espera.
Se ahoga, se desespera, nada. Triunfa. Se retuerce y araña y no comprende. Se aniquila. Resurge. Emerge. Estaba vivo.
Tarda, se retrasa, cruza, llega. Aprende, madura, renace, sufre. Aparece, se asoma, mira, reclama, llama, grita, espera, está, suspira. Quiere huir cargado de despecho.
Al fin sonríe, maulla, acompaña. Respira,
se adorna y se triplica. Y triplicado, duerme.
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viernes, 12 de abril de 2019
Yo maté a Tominsky
Sí, yo maté a Tominsky. Nos conocimos en un restaurante. Yo me atragantaba con una langosta y él acudió en mi auxilio Después me torcí un tobillo al pisar una aceituna rellena de anchoa con un zapato de tacón y me dio asilo en sus brazos. Desde entonces nos hicimos inseparables.
Juntos robamos un vestido de Armani, yo lo reservaba para la despedida de soltera de su prima segunda, esa que se parecía a uno de los personajes femeninos de Jane Austen, pero Tominsky tenía otros planes con el vestido, quería hacer unos cojines de satén para nuestro gato persa. El día que lo maté era lunes. Sufría Síndrome Lunítico- luego el juez me exculparía por este alegato- y por añadidura él no paraba de hablar y me estallaba la cabeza con su perorata. Además llevaba puestos sus pantalones amarillo limón. Al principio me preparaba las tostadas a tope de salmón ahumado, después se volvió mezquino, incluso con mis tostadas. Me hervían los tímpanos de oírle nimiedades y no pude más. Me quité una media y se la anudé al cuello. Al principio solo quería asustarlo. - ¡Aprieta, aprieta!- gritaba él contento bajo los efectos del champán. Yo me dejé llevar por su euforia y apreté en demasía. La media era de un nylon muy fuerte, de alta calidad, y Tominsky no lo resistió. |
domingo, 7 de abril de 2019
Mi confidente
miércoles, 3 de abril de 2019
Colisión
Veintidós de octubre, 8:07 a.m. Me levanto con tres kilos menos,
me lo dicen los pantalones de cuero, que me quedan mucho más holgados que
anteayer, y lo verifica la báscula de la mente, de farmacia, exacta. No estoy
enferma, aunque vomité toda la tarde y hasta media noche.
Fue el tren.
Cruzó por mis arterias
tomándolas a su suerte como vías; los vasos sanguíneos, como tablones de
madera, qué ingeniero tan ridículo. Así quedó todo, arterias, venas, y amores…
trastabillados y agrietados por una cordura loca según tú; por una locura cuerda,
según yo. No sé. El caso es que mi sangre era toda tablones astillados.
El tren que me arrolló para
salvarme de ti rompió todos mis huesos, en su ajetreo inmenso de vagones
repletos de noches equivocadas.
Tres kilos menos. A fin de
cuentas, está bien el balance, quedan compensados el haber y el debe a mi
entender, para esta época de delgadez imperante.
Tres kilos trasladados a esa
cabeza tuya, severamente amante, severamente cabal y por ambas cosas,
severamente injusta.
miércoles, 27 de marzo de 2019
Un monstruo acecha
Sintió un contacto pegajoso en el cuello y se sobresaltó. Abrió la boca y ahogó el grito que ya escapaba. Instantes
después, algo serpenteaba por su espalda. Sus músculos maxilares y su garganta triunfaron en el intento de proseguir
silenciando el grito, no sin hacer acopio de fuerzas, en una contención sin
precedente. Se hallaba en una cena muy formal con su muy recatada familia política, y se obligaba a mantener
un protocolo.
El sudor le perlaba la frente y movía nervioso los pies, con la esperanza de hallar de inmediato el momento de salir a la calle y desprenderse de aquella masa informe, de ese enemigo o fenómeno enigmático y tal vez mortal. Sin embargo, respiró hondo y con disimulo echó la cabeza hacia atrás.
Pasados unos segundos que parecían horas, sus orejas volvieron a sentir por detrás la textura pegajosa y templada.
Cuando su cuerpo se giraba ya dejándose caer en un incipiente desmayo, sintió a través de sus ojos y sus oídos la relajación de todas sus neuronas. Fue al ver los deditos de su hijo pequeño, untados de mermelada, y escuchar su inconfundible risita.
domingo, 24 de marzo de 2019
Causa de la muerte
Cuando se le practicó la autopsia, los forenses notificaron que la causa de la muerte había sido su desconfianza crónica.
La torpeza de no fiarse de nada había generado la sequedad de las arterias y por ende, de su vida. Se le había endurecido de tal modo el corazón que hacía tiempo no bombeaba sangre.
En el último aliento, llegó la lucidez a su mente. No había más tiempo...
Alguien comentó cuando lo velaban que hay gente a la que nada les infunde la certeza, ni siquiera la sospecha, de que existe el amor. El difunto entonces abrió los ojos y los volvió a cerrar.
La torpeza de no fiarse de nada había generado la sequedad de las arterias y por ende, de su vida. Se le había endurecido de tal modo el corazón que hacía tiempo no bombeaba sangre.
En el último aliento, llegó la lucidez a su mente. No había más tiempo...
Alguien comentó cuando lo velaban que hay gente a la que nada les infunde la certeza, ni siquiera la sospecha, de que existe el amor. El difunto entonces abrió los ojos y los volvió a cerrar.
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